Nota: Desde 1999, circula pela internet texto atribuído ao escritor colombiano Gabriel García Márquez (Nobel de Literatura de 1982), intitulado “Carta de despedida”.  Não é de García Márquez. O texto/poema intitulado “La Marioneta” foi escrito por Johnny Welch, um ventríloquo que trabalha no México, para o seu boneco de nome Mofles. Conheça o texto correto na tradução e no original:
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Ajude a combater falsas autorias, respeite o autor. Boa leitura!
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La Marioneta | A marionete, de Johnny Welch*
[tradução de José Feldman]
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Se por um instante Deus se esquecesse
de que sou um boneco de pano
e me desse um sopro de vida,
possivelmente não diria tudo o que penso,
mas, definitivamente, pensaria tudo o que digo.

Daria valor às coisas, não pelo que valem,
sim pelo que significam.
Dormiria pouco, sonharia mais,
entendo que por cada minuto
que cerramos os olhos,
perdemos sessenta segundos de luz.
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Andaria quando os demais se detêm,
despertaria quando os demais dormem.
Escutaria quando os demais falam
e como desfrutaria de um bom sorvete de chocolate.
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Se Deus me desse um sopro de vida
vestiria simples, me atiraria de bruços
deixando descobertos
não somente meu corpo, mas minha alma.
Deus meu, se eu tivesse um coração
escreveria meu ódio sobre o gelo
e esperaria que saísse o sol.
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Pintaria com um sonho de Van Gogh
sobre as estrelas um poema de Benedetti,
e uma canção de Serrat seria a serenata
que lhes ofereceria à lua.

Regaria com lágrimas as rosas,
para sentir a dor de seus espinhos,
e o encarnado beijo de suas pétalas…
Deus meu, se eu tivesse um sopro de vida…
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Não deixaria passar um só dia
sem dizer às pessoas que quero, que as quero.
Convenceria a cada mulher
um homem de que são meus favoritos
e viveria enamorado do amor.
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Aos homens lhes provaria quão equivocados estão,
ao pensarem que deixam de enamorar-se quando envelhecem
sem saber que envelhecem
quando deixam de enamorar-se.
Para uma criança, lhe daria asas
e deixaria que ela sozinha aprendesse a voar.
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Aos velhos lhes ensinaria que a morte
não chega com a velhice, mas com o esquecimento.
Tantas coisas aprendi com vocês, homens.
Aprendi que todo mundo quer viver
em cima da montanha,
sem saber que a verdadeira felicidade
está na forma de subir o declive.
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Tenho aprendido que um homem
só tem direito de olhar o outro para baixo,
quando tem que ajudá-lo a levantar-se.
São tantas coisas as que teria podido
aprender de vocês,
mas realmente não vai ajudar muito,
porque quando me guardam dentro desta maleta,
infelizmente estarei morrendo.

***

La marioneta
Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso pero, en definitiva pensaría todo lo que digo.
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Daría valor a las cosas, no por lo que valen, sino por lo que significan.
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Dormiría poco y soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz.
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Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen, escucharía mientras los demás hablan, y cómo disfrutaría de un buen helado de chocolate…

Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando al descubierto no solamente mi cuerpo sino mi alma.
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Dios mío, si yo tuviera un corazón…
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Escribiría mi odio sobre el hielo, y esperaría a que saliera el sol. Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti, y una canción de Serrat sería la serenata que ofrecería a la luna.

Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalos…
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Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida…
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No dejaría pasar un solo día sin decirle a la gente que quiero, que la quiero. Convencería a cada mujer de que ella es mi favorita y viviría enamorado del amor.

A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen cuando dejan de enamorarse.
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A un niño le daría alas, pero dejaría que el solo aprendiese a volar. A los viejos, a mis viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez sino con el olvido.
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Tantas cosas les he aprendido a ustedes los hombres…
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He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada.

He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su puño por vez primera el dedo de su padre, lo tiene atrapado para siempre.
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He aprendido que un hombre únicamente tiene derecho de mirar a otro hombre hacia abajo, cuando ha de ayudarlo a levantarse.
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Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero finalmente de mucho no habrán de servir porque cuando me guarden dentro de esta maleta, infelizmente me estaré muriendo…
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– Del libro “Lo Que Le He Enseñado a la Vida” por Don Mofles (© Johnny Welch). Editorial Selector, 1996.

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